viernes, 9 de julio de 2010

¿Emitir una cuasi moneda, es la solución para Grecia?

Leo en la revista NOTICIAS del 3 de julio del 2010 un artículo de José Antonio Díaz titulado “Las ventajas que ofrece la crisis mundial” dónde se realiza un collage de opiniones de economistas nacionales y extranjeros a propósito de la crisis mundial y la economía Argentina. De la nota, me interesa analizar la viabilidad de la solución que algunos economistas proponen para Grecia. Ustedes se preguntarán, ¿por qué tratar este tema en un blog donde se abordan cuestiones relacionadas con la economía Argentina? Lo que ocurre, es que la lección de la crisis Argentina del 2001 no ha sido del todo bien internalizada en algunos círculos.

La nota señala que la crisis que afecta a los países mediterráneos de Europa, es el resultado de grandes desequilibrios presupuestarios y externos. Situación similar a la de Argentina 2001. Las alternativas ante la crisis -en palabras de Federico Sturzenegger- serían:

Sin posibilidad de ajustar el tipo de cambio, la única opción disponible es la contracción deflacionaria con ajuste del gasto público. Pero ya sabemos por la Inglaterra de los años ’20, y por la Argentina del período 1998-2001, que esos ajustes son complicados y generalmente asociados a una prolongada recesión.

Y más adelante en la nota se retoman sus palabras.

La devaluación no es factible porque sería un suicidio político para quien la aplique, y el ajuste, con sectores públicos que ocupan casi la mitad de la fuerza de trabajo tampoco. No es difícil entender el escepticismo de los mercados. La única alternativa factible es la emisión de una segunda moneda por parte de los países más problemáticos –Grecia en primera instancia–, que licue el gasto público de facto, mediante el pago en una moneda devaluada.

El presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires señala además que esta medida garantizaría que los contratos en euros se respeten, y favorecería la posibilidad de que pueda lograrse cierto consenso en relación al ajuste del sector público, para evitar que el valor de la cuasi moneda siguiera cayendo.

¿Cuál es mi opinión al respecto?
Lo que yo si sé de los años ’20, es lo que dijo Keynes (1929) en “The German Transfer Problem”, The Economic Journal, y sugiero que los que piensan que el problema de Grecia es solo fiscal, vuelvan a releer esas 8 páginas que ya tienen más de 80 años y son profundamente esclarecedoras. Dice Keynes que en el problema de los pagos por reparaciones de la guerra que afectaba a Alemania había dos problemas, por un lado, el problema fiscal (presupuestario) de extraer el dinero del bolsillo de los contribuyentes alemanes, y por el otro, el problema de la transferencia, de reducir los costos de producción alemanes en relación a los costos del resto del mundo. Aplicado al caso de Grecia, el problema de la transferencia –y siguiendo el razonamiento de Keynes- puede ser resuelto de tres maneras alternativas:

1. los industriales griegos tienen que incrementar su eficiencia más rápido que los industriales del resto del mundo.

2. la tasa de interés en Grecia tiene que ser más bajas que en el resto del mundo.

3. los salarios griegos en euros deben disminuir en relación a los del resto del mundo.

Difícilmente, la eficiencia de la industria se incremente en Grecia más que en el resto del mundo, tampoco hay expectativas de que Grecia pueda tener dinero barato. En consecuencia, el problema de la transferencia requiere una disminución de los salarios griegos en euros en relación a los salarios del resto del mundo.
Esto quiere decir –alertaría Keynes-, que hay dos problemas, y no un solo problema, como afirman los que minimizan la dificultad de la transferencia. El problema de la trasferencia consiste en reducir suficientemente los ingresos en euros de los factores de producción griegos para posibilitar que puedan incrementar sus exportaciones a un nivel total suficiente; el problema fiscal consiste en extraer de esos ingresos monetarios así reducidos un monto suficiente de impuestos para pagar las reparaciones. El problema fiscal depende de la riqueza y prosperidad del pueblo griego; el problema de la transferencia de la posición competitiva de sus industrias en los mercados internacionales. En términos modernos diríamos que hay un problema fiscal y un problema de solvencia externa (i.e. atraso cambiario).

Ahora bien, la opinión de Federico de que los ajustes deflacionarios en las circunstancias de Argentina 2001 o Grecia 2010 “son complicados y generalmente asociados a una prolongada recesión”, es una opinión simplemente equivocada, no es que sean “complicados”, sencillamente son políticamente y económicamente inviables! La experiencia de Argentina 2001-2002 lo muestra, y ya Keynes había alertado en cuanto a la inviabilidad política:


Sin embargo, si suponemos que el Banco Central Alemán induce forzadamente la deflación, ¿de qué manera esto resolvería el problema? Únicamente, cuando la reducción del nivel de la actividad económica, genere despidos masivos de trabajadores, de manera tal que, cuando una cantidad suficiente de millones esté sin trabajo, acepten entonces, la necesaria reducción en sus salarios nominales. Ahora bien, si esto es política y humanamente factible, eso es otro asunto. Más aún, el intento de los inversores extranjeros de fugar parte del capital de corto plazo del mercado monetario alemán, puede ser un producto no deseado de la violenta lucha política y económica, encaminada a reducir los salarios en el interés de los acreedores extranjeros..

Adicionalmente, la opinión de Federico de que la devaluación y salida del euro no es factible porque sería un suicidio político es un tema opinable, de hecho, en la experiencia argentina se observa lo contrario, De la Rúa y Cavallo se suicidaron políticamente al tratar de salvar la Convertibilidad, mientras que Duhalde, todavía está vivito y coleando.

Finalmente, la idea de que Grecia emita una segunda moneda para licuar el gasto público y así resolver su crisis, es incorrecta porque solo aborda el problema fiscal, y deja sin solucionar el problema de solvencia externa (el problema de la transferencia de Keynes). Implícitamente supone que en el sector privado los salarios en euros bajaran cuando los millones de desempleados que quedarán en la calle acepten disminuciones en sus salarios nominales, cosa que no es ni política ni humanamente factible.

Y todo esto, más allá de lo que hemos apuntado en una entrada anterior, de que esta solución, apoyada por financiamiento externo, no es ni siquiera viable desde un punto de vista estrictamente económico.